Desde el inicio de la pandemia, han surgido varias variantes del SARS-CoV-2 que han sido capaces de convertirse en las dominantes y desplazar a las que existían hasta el momento. Las variantes aparecen como consecuencia del proceso de mutación que tiene lugar cuando se replica o copia el genoma viral, y la variante que se impone es aquella que tiene una ventaja biológica sobre el resto. Para aumentar su transmisibilidad, un estudio de Vall d’Hebron y CIBEREHD -en colaboración con CIBERINFEC- ha encontrado que el virus se beneficia de un mecanismo para producir o dejar de producir genomas defectivos, es decir, genomas que pierden parte de su material genético. Los resultados se han publicado en la revista Scientific Reports y son fruto de un trabajo liderado por los grupos de Enfermedades Hepáticas y de Microbiología del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) con los Servicios de Microbiología, Bioquímica Clínica y Medicina Preventiva del Hospital Universitario Vall d’Hebron.
Los investigadores han estudiado las variantes mayoritarias en cada ola desde el inicio de la pandemia hasta ahora. En un primer estudio publicado en 2020, el mismo equipo descubrió que las variantes que aparecieron al inicio de la pandemia presentaban una proporción significativa de genomas defectivos en el gen de la espícula del virus, es decir, en algunas partículas virales faltaba parte de su material genético. Como la espícula es clave para infectar nuevas células, que una variante genere genomas defectivos con una espícula incompleta significa que algunas de las nuevas partículas virales no serán capaces de infectar. “Este mecanismo de genomas defectivos permite al virus hacer una infección más leve, o incluso asintomática, y entonces los síntomas se manifiestan más tarde o no requieren atención médica. En esta situación, la persona pude bajar la guardia y esto favorecería la transmisión del virus entre las personas más próximas”, explica el Josep Quer, investigador principal del grupo de Enfermedades Hepáticas del VHIR e investigador del CIBEREHD. “Lo que puede ser una ventaja para una variante para imponerse a las otras, puede ser una desventaja cuando cambian las condiciones epidemiológicas”, añade.
Más adelante, se observó que las variantes Alfa, Beta o Delta ya no presentaban genomas defectivos. “Estas variantes presentaban otras mutaciones que permitían ganar capacidad para transmitirse con más facilidad mediante otros mecanismos, además de cambiar para hacerse menos reconocibles por el sistema inmunitario humano”, afirma el Dr. Andrés Antón, responsable de la Unidad de Virus Respiratorios del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Vall d’Hebron e investigador del grupo de investigación en Microbiología del VHIR. “El hecho de que dejen de producir genomas defectivos hace que las partículas virales sean más eficientes para infectar nuevas células”, detalla. Aunque la pérdida de los genomas defectivos podría relacionarse con casos más graves, la tasa de vacunación cada vez más elevada ha jugado un papel clave para frenar la mortalidad.
Con la llegada de la variante Ómicron, el trabajo mostró que el virus también presentaba genomas defectivos, lo cual la hizo más similar a las variantes del inicio de la pandemia que a la variante Delta. Este hallazgo se relaciona con estudios previos que defienden que Ómicron no provee de una evolución continua de variantes como la Delta, sino que podría haber sido el resultado de otras líneas evolutivas. “Ómicron acumula muchas otras mutaciones que permiten que el virus escape del reconocimiento del sistema inmunitario e infecte con mayor eficacia. Estas mutaciones también hacen que infecte mayoritariamente el trato respiratorio alto (nariz y cuello), lo cual facilita su transmisión, ya que solo con la respiración o con una tos leve, el virus se puede transmitir más fácilmente”, comenta el Dr. Quer.
El trabajo ha ido más allá y el estudio de Ómicron y sus subvariantes que han ido imponiéndose muestra que se vuelva a repetir el mismo patrón visto con las variantes desde el inicio de la pandemia hasta Delta, de forma que las nuevas subvariantes que han aparecido en los últimos meses ya no presenten genomas defectivos.
El estudio ha sido financiado por la Dirección General de Investigación e Innovación en Salud (DGRIS) del Departament de Salut, el CIBER de Enfermedades Infecciosas (CIBERINFEC) y el CIBER de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBEREHD) del Instituto de Salud Carlos III y el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) en colaboración con Roche Diagnostics.
Referencia del estudio:
The frequency of defective genomes in Omicron differs from that of the Alpha, Beta and Delta variants