“El caso de la adicción a los alimentos ultraprocesados es especialmente sensible, puesto que hay cuestiones de justicia social únicas. Por ejemplo, la adicción a las drogas podemos tratarla evitando su consumo, ya que no son necesarias para la supervivencia. En cambio, la comida sí lo es, y en el caso de los alimentos ultraprocesados, su bajo precio hace que sea la única opción para muchas familias con pocos recursos, por tanto, su adicción debe ser tratada desde un otro prisma”, apuntan los investigadores.
Las comidas ultraprocesadas son alimentos industriales que contienen ingredientes no disponibles en la cocina de casa. Suelen ser alimentos ricos en carbohidratos refinados y grasas, dos componentes que inducen la misma liberación de dopamina en el cerebro que la nicotina o el etanol. Esto hace que la adicción a ellos siga los mismos mecanismos fisiológicos de adicción que el alcohol o el tabaco. “Consumir productos como bollería industrial o comidas preparadas activa circuitos neuronales de recompensa de manera similar a cómo lo hacen otras sustancias –explica la Dra. Jiménez-Murcia-, esto implica el desarrollo de comportamientos impulsivos, la desregulación de las emociones, y se asocia también a una salud física-mental deficiente y una calidad de vida más baja.”
Además, este tipo de alimentos se presentan en una estructura en la que carbohidratos y grasas son absorbidos muy fácilmente, lo que les permite actuar sobre el cerebro mucho más rápidamente.
¿Qué convierte a los alimentos ultraprocesados en adictivos?
Para determinar si un alimento es adictivo se utilizan criterios como la falta de control en su consumo o el uso continuado a pesar de las consecuencias negativas que implican para la persona afectada. Según los investigadores, no puede explicarse el poder adictivo de los alimentos ultraprocesados por un solo componente individual, hasta ahora no se ha encontrado un componente concreto que los convierta en adictivos, como podría ser la nicotina en el caso del tabaco.
«Creemos que es la combinación de muchos componentes lo que genera su consumo sin control -asegura el Dr. Fernández-Aranda, psicólogo experto en trastornos de la conducta alimentaria-. Estudiar como la combinación de diferentes ingredientes y aditivos, unido con varios formatos y presentaciones, incrementan el potencial adictivo de los alimentos ultraprocesados es un campo de investigación con mucho futuro«.
¿Qué podemos hacer para reducir el impacto social y la salud de los ultraprocesados?
Los autores del artículo detallan que existen varios factores que fomentan el consumo de ultraprocesados. Por un lado, el bajo precio hace que su consumo en las regiones más desfavorecidas se multiplique. También se incrementa su presencia en aquellas zonas en las que es más difícil conseguir alimentos frescos seguros. En el estudio, los expertos proponen aplicar medidas para incrementar la accesibilidad y asequibilidad de los alimentos mínimamente procesados, como por ejemplo aplicar tasas a los alimentos ultraprocesados o limitar su marketing. Paralelamente, los investigadores sugieren que se establezcan nuevas normas para etiquetar alimentos ultraprocesados como adictivos.
El Dr. Fernández-Aranda añade también que otra de las medidas clave sería desarrollar guías clínicas para el tratamiento, gestión y prevención de la adicción este tipo de alimentos. "Un ejemplo de la necesidad de crear estas guías es el caso de las personas con obesidad o trastornos de la conducta alimentaria que suelen presentar manifestaciones mucho más severas cuando van acompañadas de una adicción a los alimentos ultraprocesados. Urge disponer de unas directrices claras de cómo abordar este tipo de casos para prevenir y reducir el impacto".
Referencia del artículo:
Social, clinical, and policy implications of ultra-processed food addiction. Gearhardt AN, Bueno NB, DiFeliceantonio AG, Roberto CA, Jiménez-Murcia S, Fernandez-Aranda F. BMJ. 2023 Oct 9;383:e075354. doi: 10.1136/bmj-2023-075354.