El trastorno por atracón se caracteriza por episodios regulares en los que las personas afectadas ingieren gran cantidad de comida y experimentan una pérdida total del control de su comportamiento alimentario. Actualmente se estima que un 1,3% de la población sufre este tipo de trastorno.
Ahora un artículo de la revista Nature Reviews Disease Primers recoge las últimas evidencias científicas en torno al trastorno por hartazgo, y pone el foco en la epidemiología, las estrategias de prevención, el manejo y la calidad de vida de las personas afectadas. Fernando Fernández-Aranda, jefe de grupo del IDIBELL y CIBEROBN, coordinador de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital Universitario de Bellvitge, y catedrático de la Universidad de Barcelona, es uno de los coautores de esta revisión.
Comparado con otras enfermedades mentales, la fisiopatología del trastorno por atracón es compleja y multifactorial, con implicaciones tanto biológicas como sociales que contribuyen a desregular el comportamiento alimentario. Los estudios neurológicos muestran que las personas afectadas presentan afectaciones de los circuitos neuronales asociados a la recompensa, inhibición o control de las emociones, similar a las conductas adictivas.
Hasta ahora, la psicoterapia basada en el modelo cognitivo-conductual es el tratamiento más recomendable para las personas con trastorno por atracón en primera instancia.
El Dr. Fernández-Aranda apunta: "Debemos seguir trabajando para entender los mecanismos implicados en el trastorno por atracón y así mejorar la prevención y tratamiento de esta enfermedad". Y añade: "Estos esfuerzos deberían incluir también el cribado, la identificación y la implementación de intervenciones basadas en la evidencia científica en la práctica clínica".
El trastorno por atracón acaba de ser incorporado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, manual de referencia en el ámbito psiquiátrico, que describe que los episodios de crisis deben cumplir al menos tres de las siguientes características para ser reconocido como trastorno: comer más rápidamente de lo normal, acabar con una sensación incómoda de hartazgo, comer a pesar de no tener hambre, realizar los episodios a escondidas, y tener sentimientos negativos por la gran ingesta alimentaria.
Al contrario de la bulimia nerviosa, las personas afectadas por trastorno por atracón no compensan las grandes ingestas de comida con métodos purgativos, como el vómito. Además, en este trastorno los y las pacientes no presentan alteraciones sobre la percepción de la imagen del propio cuerpo. De hecho, algunos estudios postulan que es el trastorno alimenticio presenta más similitudes con las conductas adictivas y, en este sentido, se está explorando la validez del constructo de la adicción a la comida, al menos en algunos casos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado la obesidad como uno de los principales problemas de salud global. Esto acentúa la importancia clínica de este trastorno alimenticio, ya que a menudo se encuentra asociado a la obesidad.
Sin embargo, “Debemos tener presente que, a pesar de la fuerte asociación, la pérdida de peso como tratamiento del trastorno por hartazgo resulta controvertida, como mínimo en una primera fase.-comenta el Dr. Fernández-Aranda- Sin embargo, se recomienda priorizar terapias basadas en el comportamiento, así como en los aspectos cognitivos y emocionales asociados, con el objetivo principal de reducir o eliminar los episodios de hartazgo”.
Artículo de referencia:
Giel, K.E., Bulik, C.M., Fernandez-Aranda, F. et al. Binge eating disorder. Nat Rev Dis Primers 8, 16 (2022). https://doi.org/10.1038/s41572-022-00344-y