El estudio de las variables psicológico-conductuales que influyen en la obesidad y el uso de las nuevas tecnologías como elementos aliados en su abordaje son dos líneas prioritarias que centran el trabajo del grupo de investigación del CIBEROBN que lidera Rosa Baños en la Universidad de Valencia. La Dra. Baños acaba de tomar el testigo de Cristina Botella al frente de este equipo, con el objetivo de consolidar su aportación en estas áreas de investigación con enorme potencial de futuro.
Acaba de tomar el relevo de Cristina Botella como jefa de grupo del CIBEROBN, ¿qué retos se marca para esta nueva etapa al frente de este equipo?
-Primero de todo querría agradecer el inestimable apoyo de la Dra. Botella, quien continuará como profesora emérita en su Universidad y seguirá trabajando en nuestro grupo. Partiendo de la consideración de la obesidad como un problema multifactorial, en el que confluyen variables biológicas, genéticas, psicológicas, sociales, culturales, y económicas, es necesario enfatizar la necesidad de un abordaje integral para poder afrontar este problema. Por ello, nuestro reto es confluir desde un nivel de análisis, el psicológico-conductual, con otros niveles de análisis, con el fin de entender mejor este grave problema de salud. Ahora bien, nuestro reto no es solo entenderlo mejor, sino investigar en estrategias que permitan prevenirlo y tratarlo. Dentro de la prevención, no solo es necesario abordar factores de vulnerabilidad o “de riesgo”, sino también focalizarnos en la promoción de factores “protectores” que “protejan” de la obesidad y el sobrepeso.
¿Cuáles son las líneas de investigación fundamentales del grupo?
-De manera resumida, nuestra investigación tiene dos objetivos fundamentales. Por un lado, estamos interesados en estudiar variables psicológicas (motivación, emociones, imagen corporal, estilos de ingesta, adicción a la comida, etc.) que influyen en la adquisición y mantenimiento de estilos de vida poco saludables, que tienen no solo un efecto en el peso, sino también en la calidad de vida. Además de identificar a través de la investigación experimental esas variables y los mecanismos por los que operan, pretendemos desarrollar y validar instrumentos de evaluación que nos permitan identificarlos e intervenciones que puedan actuar sobre dichos mecanismos. Nuestro segundo objetivo se centra en el uso de las tecnologías (TICs) como herramientas útiles para poder llevar a cabo ese reto. Desde hace varias décadas trabajamos en cómo las TICs (Internet, dispositivos móviles, sensores, realidad virtual, etc.) nos ayudan, tanto en investigación, como en la potenciación de la disponibilidad de las intervenciones psicológicas y la mejora de su eficacia.
¿Cuáles son los principales proyectos en los que está trabajando el grupo actualmente?
-En cuanto a proyectos con financiación pública, por un lado, destaca nuestra participación en el proyecto H2020 ICARE (Integrating Technology Into Mental Health Care Delivery In Europe), donde entre otras tareas estamos analizando la eficacia de un programa online para la prevención de la obesidad y la promoción de estilos de vida saludable en adolescentes. También en el proyecto europeo ehcoBUTLER (A global ecosystem for the independent and healthy living of elder people with mild cognitive impairments) estamos desarrollando y validando una plataforma tecnológica que incluye aplicaciones para promocionar estilos de vida saludable en personas mayores.
Por otro lado, estamos trabajando en 2 proyectos del Plan Nacional (AN-Bodyment y BODYTA), en los que analizamos las distorsiones de la imagen corporal y sus implicaciones en trastornos alimentarios y obesidad, diseñando instrumentos basados en TICs para evaluar con mayor precisión estas alteraciones y realizar intervenciones que actúen sobre los mecanismos mantenedores de las distorsiones en imagen corporal.
Asimismo, estamos trabajando en un proyecto FIS cuyo objetivo es diseñar y evaluar la eficacia de tres intervenciones psicológicas de baja intensidad aplicadas a través de TICs (estilo de vida saludable, afecto positivo y mindfulness) para el abordaje de la depresión.
Además, y con financiación de becas y programas propios, estamos llevando a cabo otros proyectos. Uno se centra en la adicción a la comida y su relación con el abuso de alcohol y otras sustancias en adolescentes y jóvenes, con el fin de detectar población vulnerable y diseñar estrategias que se puedan implementar en su vida cotidiana (a través de móviles) para prevenir estos problemas. Otro proyecto se centra en el estudio de estilos de ingesta en diversas poblaciones, y el diseño de intervenciones que promuevan conductas alimentarias más saludables.
En cuanto a actividad física, estamos trabajando en cómo mejorar la motivación y el mantenimiento del ejercicio en personas sedentarias, obesas y con sobrepeso. Para eso hemos diseñado diversas intervenciones que intentan incrementar el nivel de actividad física en esas poblaciones.
¿Tienen prevista alguna nueva línea?
-Nuestro interés a corto plazo, además de seguir los estudios y proyectos planificados, es que todas estas herramientas estén disponibles para el mayor número de personas que lo necesiten. Por eso, uno de los retos que tenemos planteados es realizar estudios de implementación que permitan trasladar las herramientas desarrolladas y testeadas en el laboratorio a la práctica clínica rutinaria y a la vida cotidiana de las personas. Por otro lado, el desarrollo de intervenciones innovadores nos hace estar siempre atentos a nuevas propuestas teóricas y de investigación.
Una de sus líneas de trabajo se centra en los aspectos psicológicos y emocionales vinculados a los trastornos de la alimentación y la obesidad, ¿cuáles considera que son los principales desafíos en este campo?
-“Comer” no solo supone ingerir alimentos. Significa también saber identificar adecuadamente nuestras señales de hambre y saciedad, elegir los alimentos adecuados, elaborar la comida, “disfrutar” con ella, etc. En todos estos procesos, la emoción y otros procesos psicológicos (atención, memoria, percepción, etc.) son variables fundamentales. Necesitamos conocer más en profundidad como interaccionan entre sí estas variables para dar como resultado una ingesta no adecuada o no saludable y, además, conocer cómo estas variables interaccionan con otras biológicas (genéticas, fisiológicas, neurológicas, etc.), y sociales (contexto, cultura, etc.). Es un trabajo inter- y multi- disciplinar, y estamos convencidos de que para ello son necesarias acciones como el CIBEROBN, que pongan en colaboración equipos que trabajen en distintos niveles de análisis.
¿Qué papel pueden jugar las tecnologías en la motivación hacia la adopción de hábitos saludables como la actividad física para prevenir o combatir la obesidad?
-En estos momentos, tecnologías como los móviles y los sensores (“wereables”) se han convertido en herramientas que nos acompañan las 24 horas del día. Por ello, tienen unas potencialidades increíbles para obtener información sobre nuestras pautas de comportamiento de una forma “ecológica”, y ofrecernos ayuda “justo en el momento” en que se necesita. Esas potencialidades están abriendo el camino para poder llegar a “intervenciones personalizadas”, ajustadas a cada persona, y a los contextos en los que está en cada momento. Esas posibilidades eran inimaginables hace tan solo una década, y la próxima década aún nos sorprenderán más, por lo que creemos que es necesario investigar en este campo, pero además realizar estudios de implementación que trasladen los resultados del laboratorio a la práctica clínica.
¿Cómo valora las herramientas digitales orientadas a este fin (apps, dispositivos) que se están lanzando al mercado?
-Actualmente, se han desarrollado un gran número de aplicaciones para la salud; sin embargo, los estudios indican que más del 80% de esas aplicaciones no han sido validadas, ni siquiera han sido diseñadas basándose en modelos con evidencia empírica. El mal uso de estas herramientas no solo puede generar problemas, sino que además puede “quemar” estrategias y hacer que las personas pierdan la confianza en ellas. Es necesario trabajar en procedimientos y mecanismos de acreditación y regulación de estas aplicaciones, como en su día se hizo con los fármacos. Hay ya algunos intentos meritorios, pero necesitamos avanzar rápidamente en esta dirección.
Su grupo trabaja también para incorporar la realidad virtual como aliada en la lucha contra la obesidad, ¿qué potencial tiene?
-La realidad virtual tiene unas enormes potencialidades, aún no exploradas ni explotadas, que nos pueden ayudar de manera muy eficaz. Hasta ahora, hemos trabajado en realidad virtual como simulación del mundo externo, y eso ya permite muchas posibilidades (por ejemplo, trabajar en el “control de estímulos”, un componente terapéutico fundamental para promover ingestas saludables); pero el campo que se está abriendo en estos momentos permite muchas más cosas. Por un lado, permite trabajar con el cuerpo, a través de avatares, promoviendo cambios incluso en nuestra identidad. La manipulación de avatares y representaciones corporales permite estudiar (e intervenir) por ejemplo con variables tan relevantes como la imagen corporal; además permite también mejorar creencias de auto-eficacia (a través del modelado). Todas estas variables juegan un papel muy relevante en las intervenciones psicológicas para la obesidad. Por último, la realidad virtual del futuro inmediato también permitirá una mayor conectividad entre personas, y el apoyo social es fundamental en la implementación de estilos de vida saludable. Por ello, auguramos que la realidad virtual será una herramienta fundamental en los próximos años en el campo de las intervenciones psicológicas para la obesidad.